La gran hipocresía separatista: los Mossos de Aragonés también espían con un programa tipo Pegasus
Los Mossos d’Esquadra del Gobierno catalán de los ex presidentes Mas, Puigdemont, Torra y Aragonés también han espiado los teléfonos móviles de políticos y periodistas por medio del programa italiano RCS 9 Galileo, un sistema similar al Pegasus de diseño israelí. Las quejas de los independentistas por el espionaje de los agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que han explotado hasta la saciedad el victimismo político en los últimos años, contrasta con las operaciones secretas de los Mossos contra dirigentes del Partido Popular y otras formaciones.
Desde 2013, como demuestran los correos desvelados por Wikileaks, a los que ha tenido acceso OKDIARIO, el Gobierno catalán comenzó a negociar con la empresa italiana Hacking Team para hacerse con el control del sistema de interceptación telefónica. Los independentistas preparaban el primer referéndum ilegal de cara a un procés secesionista y necesitaban espiar a sus contrincantes políticos, que defendían el cumplimiento de la Constitución española.
Como se demuestra en los papeles de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, el primer intermediario de la Generalitat en contactar con los propietarios del programa Galileo fue el subinspector de los Mossos Tomás Copete Vidal, que ocupaba el cargo de jefe del Área de Medios Técnicos de la Comisaría General de Información de Mossos d’Esquadra, con base en la Avenida de la Paz de Sabadell.
Copete, siguiendo las instrucciones de sus superiores, contactó con Hacking Team, una empresa tecnológica con sede en Milán y con delegaciones en Washington y Singapur, que se dedica a la distribución de herramientas de vigilancia e intrusión a gobiernos, agencias y cuerpos policiales. Los italianos habían perfeccionado el Sistema de Control Remoto (en inglés: Remote Control Systems, RCS), usados en sus plataformas Da Vinci y Galileo. El Gobierno catalán estaba interesado por el programa Galileo.
En aquellas fechas, el presidente de la Generalitat era Artur Mas y el consejero de Interior y responsable político de los Mossos, Ramón Espadaler. El proceso de adquisición del Galileo abarcó dos mandatos en la dirección de los Mossos d’Esquadra, el de Manet Prat i Peláez (2011-2014), que dimitió por varios escándalos, y Albert Batlle (2014-2017).
Los programas de control remoto de Hacking Team, como el Galileo, facilitaban a sus poseedores la interceptación de las comunicaciones en Internet, el descifrado de los archivos encriptados y los correos electrónicos, la grabación de las llamadas por Skype y activación a distancia de los micrófonos y cámaras de los móviles y ordenadores.
El sistema que interesaba a los Mossos también facilitaba: los mensajes de texto, los historiales de llamadas telefónicas y agendas de contactos, la grabación de audios de las llamadas telefónicas y la monitorización de la ubicación de los objetivos, entre otros servicios. La diferencia con el sistema israelí Pegasus, por tanto, era mínima.
Los correos de Wikileaks
El 21 de octubre de 2013, Copete recibió un mensaje de Emad Shehata, el ejecutivo de cuentas de la compañía Hacking Team en el que, tras dirigirse al subinspector de los Mossos como “estimado”, le preguntaba si todavía estaba interesado en la adquisición del sistema Galileo. En un correo anterior Copete le había confesado su visita al stand de Hacking Team en la feria del 2013 de Security & Policing (Seguridad y Vigilancia).
Shehata informaba a Copete que su compañía estaba lanzando la última versión de RCS, llamada Galileo, y le indicaba que le adjuntaba en el correo electrónico una breve presentación. Y le apremiaba: “También me gustaría saber si todavía está interesado en nuestro formato y si buscaría un hueco en su agenda para organizar una presentación/demostración en vivo en sus instalaciones”.
El ejecutivo de la marca milanesa destacaba entre los destinatarios del mensaje el correo de la división de ventas Hacking Team junto al del mosso Copete: [email protected]. ‘Sales’ es ‘ventas’ en inglés.
Meses después, el 20 de marzo de 2014, el mosso Copete se ponía en contacto, vía correo electrónico, con el CEO de la compañía italiana, David Vincenzetti, a quien le pedía: “¿Podría cambiar la dirección de correo electrónico para responder a este mensaje, por favor? La nueva dirección es de un compañero de mi equipo cristian.borrella. Envíeselo a él en lugar de a mí, por favor. Atentamente, subinspector Tomás Copete”.
La dirección de los Mossos estaba interesada en la adquisición del sistema para su uso exclusivo de la Comisaría de Información. Su explotación estaba encaminada a allanar el camino del procés, que ya estaba en la mente de los secesionistas y no para la División de Investigación Criminal, lo más consecuente, encargada de las investigaciones sobre narcotráfico, crimen organizado y delincuencia.
En concreto, el programa Galileo era adquirido para el departamento conocido como UCRO (Unidad Central de Respuesta Operativa), un grupo semisecreto de la Comisaría General de Información de la policía catalana. La UCRO, la niña mimada de los Mossos, llegó a disponer de una plantilla de unos 40 efectivos, que se dedicaban a labores de contrainteligencia y espionaje de periodistas y políticos de partidos no nacionalistas. Incluso, desde una base secreta de operaciones en la calle Bori i Fontesta de Barcelona, en un piso alquilado cerca del domicilio barcelonés, los agentes de la UCRO controlaban y seguían al entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.
Los ‘pata negra’
La UCRO, como Unidad de Información, dejó de existir en el verano de 2017, tras la aparición de artículos en prensa que informaban de las labores de espionaje que desarrollaba a personas de distintos ámbitos, no ligados al movimiento independentista.
La Unidad dependía orgánicamente de Manel Castellví, el responsable de los Mossos que fue alertado por la policía belga, en 2016, sobre las actividades yihadistas del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, y que recibió el aviso del consulado de los Estados Unidos sobre la inminencia de un atentado en Las Ramblas de Barcelona unas semanas antes de que se produjera.
La misteriosa UCRO se habría organizado tras la llegada de Artur Mas a la Presidencia de la Generalitat, siendo consejero de Interior Felip Puig. En su inicio, estaba formada por un selecto grupo de una docena de agentes, los pata negras de los Mossos, de probada fidelidad a la causa independentista.
El Ejecutivo catalán también organizó el Centro de Seguridad de la Información de Cataluña (Cesicat), que actuó como un CNI catalán. “En la práctica ejecuta actividades más propias de un servicio de inteligencia que son competencia exclusiva del Estado”, se quejó el fiscal Javier Zaragoza en el proceso judicial contra los independentistas.
Los Mossos quedaron en evidencia cuando, el 26 de octubre de 2017, casi un mes después del referéndum ilegal del 1-O, la Policía Nacional interceptó diversa documentación en varios vehículos de los Mossos que la trasladaban para su destrucción a una planta incineradora ubicada en Sant Adrià del Besòs (Barcelona). Entre los papeles intervenidos se incluía más de una veintena de páginas relativas a Hacking Team.
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